Como hace muchas campañas no ocurría, las excelentes condiciones ambientales que reinaron desde la segunda quincena de marzo en adelante permitieron que la cosecha y comercialización de limón se desarrollara a toda marcha.
“Si bien durante las primeras semanas el movimiento fue moderado, con el correr de los días el operativo de cosecha y de comercialización alcanzó un gran ritmo”, contaron Hernán Salas y Dardo Figueroa, director Asistente y Jefe de Fruticultura de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), respectivamente.
Explicaron que la incertidumbre en torno del desarrollo de la pandemia mundial del coronavirus llevó a las empresas a acelerar las actividades. “Y la mejor calidad respecto de la campaña pasada, hizo que los empaques pongan a disposición de los comercializadores un gran volumen de fruta en comparación con otros años para esta misma fecha”, dijeron.
Añadieron que con este avance de cosecha cercano a un 40% de lo previsto originalmente -sensiblemente superior respecto de campañas anteriores- no fue menor la sorpresa en muchas quintas, al verificar que la cantidad de fruta que queda disponible para el siguiente corte es menor a la esperada en la mayoría de los casos. “Si bien esta apreciación respecto de una merma productiva ya fue anticipada por la Eeaoc, en aquella oportunidad se hablaba de una reducción cercana a un 15%. A partir de nuevas observaciones se puede ver que, en muchos casos, esta reducción rondaría un 30%”, dijeron.
Causas
Y seguidamente, enumeraron algunos de los motivos para esta merma. “El inicio demorado de la cosecha de la campaña pasada, por cuestiones climáticas y de mercado, retrasó todo el proceso de recolección posterior, lo que ocasionó la permanencia de la fruta en las plantas hasta avanzada la primavera, y postergó la poda hasta que ya se presentaban las condiciones para el inicio del nuevo ciclo. Además, se estima que quedaron unas 6.000 hectáreas sin cosechar ante la conveniente falta de destino para la fruta. Esta situación provoca respuestas fisiológicas de la planta, que alteran los procesos de floración posteriores”, indicaron. Y agregaron que las temperaturas máximas -más elevadas de lo normal durante noviembre y diciembre- tampoco favorecieron la aparición de nuevas floraciones. “Finalmente, si tenemos en cuenta que las precipitaciones de fines de verano y de otoño fueron inferiores a lo ocurrido en las últimas campañas, esto está generando una evolución lenta del calibre de la fruta lo cual seguramente, también impactará negativamente en la productividad final de las quintas”, expresaron.
En este sentido, consideraron necesario que los empacadores tengan presente los cuidados para embalar fruta que no presente problemas sanitarios cuarentenarios, como cancrosis y mancha negra. “Lograr la apertura de mercados y mantenerlos es una tarea que lleva años de intensas negociaciones, sobre todo cuando se trata de mercados tan exigentes como los de Estados Unidos, Unión Europea, Japón, etcétera. Esto requiere de una gran responsabilidad nuestra”, agregaron.
Y aconsejaron tener mucho cuidados también en el manejo de la fruta durante todo el proceso de poscosecha. “Estimamos que la producción de limón será significativamente inferior a la campaña pasada, alcanzando aproximadamente 1,35 millón de toneladas. Resulta prematuro inferir cuánto iría a exportación, a industria y a mercado interno”, dijeron.
Fuente: La Gaceta.