16 Ago, 2020

El aporte científico de la EEAOC, clave para el desembarco del limón en Asia

La exportación de fruta fresca en general -y, en particular, de limón- presenta una serie de exigencias impuestas por los mercados de destino. Sortear adecuadamente las cuestiones sanitarias constituye uno de los obstáculos más importantes para el éxito del negocio. En especial, aquellas vinculadas a plagas y a las enfermedades cuarentenarias.

“Al hablar de estas resulta imposible no asociarlas al cumplimiento de protocolos de mitigación de riesgos, con diferentes normas de cumplimiento -dependen de las plagas y de las enfermedades-, para minimizar los riesgos de introducción de estas mediante el ingreso de frutas”, armaron Dardo Figueroa -técnico de la sección Fruticultura- y Hernán Salas -director Asistente- de la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). Añadieron que debido a estas cuestiones, la investigación durante la etapa operativa de la implementación del protocolo fitosanitario resulta clave, y debe ser desarrollada de manera muy eficiente.

La evaluación y la puesta a punto de todos los factores que componen este proceso es una tarea en la cual la Eeaoc trabaja desde hace muchos años, y en forma constante con otras instituciones oficiales: el Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentaria (Senasa), los Gobiernos provincial y nacional y, por supuesto, instituciones del sector privado como Asociación Citrícola del Noroeste Argentino (Acnoa) y Asociación Fitosanitaria del Noroeste Argentino (Anoa).

Durante las campañas 2003 a 2006 se realizaron envíos de fruta a Japón. En ese momento, entre las exigencias establecidas por el protocolo guraba que la temperatura debía mantenerse en 2,1 °C durante 19 días. El cumplimiento de dicho protocolo arrojó resultados muy variables, porque en varios contenedores se detectó importantes daños de frío en la fruta, y esto desanimó a los exportadores, que
decidieron no continuar con estos envíos. “Sin embargo, los trabajos no se interrumpieron en la Eeaoc, que comenzó a trabajar activamente para volver a generar confianza en el sector con resultados confiables. Nuevos desarrollos realizados con posterioridad y aceptados por los potenciales compradores, permitieron establecer un nuevo protocolo para Japón que incluye un tratamiento con temperaturas hasta 3,2°C durante 24 días; es decir, un leve incremento de la temperatura y del período de exposición”, contaron Figueroa y
Salas.

Evaluaciones constantes
Agregaron que a partir de la campaña 2013 se retomaron los trabajos. Se evaluó la respuesta del tratamiento, introduciendo variables, como diferentes temperaturas y exposición, zonas de origen de la fruta, momentos de cosecha y variedades, con respuestas alentadoras: “como resultado de esto, durante las campañas 2014 a 2017 se realizaron nuevas pruebas a escala comercial, con el apoyo del sector
privado, que aportó su infraestructura y su personal, lo cual resultó fundamental”.

Precisaron que durante estas campañas se evaluaron otras variables más, como calibre, color, con y sin tratamiento de desverdizado, tipos de ceras, tratamientos a campo y empaque con ácido giberelico. “Para las evaluaciones se tuvieron en cuenta parámetros como pérdida de peso de la fruta, pudriciones, posición de las cajas en el contenedor, tiempo necesario para lograr la temperatura de inicio del protocolo, entre otras, además de las propiedades organolépticas de la fruta”,
contaron.

Según dijeron, las evaluaciones realizadas durante ese período confirmaron los buenos resultados obtenidos anteriormente y permitieron concluir que el daño de frío en la fruta, bajo las condiciones de los ensayos fue insignificante, además de otros beneficios que abren las puertas a nuevas investigaciones. “En todos los casos, la duración de los tratamientos excedió ampliamente el período exigido por los protocolos, atendiendo a que el tiempo de viaje de la fruta hasta esos nuevos destinos es superior a los 40 días, otro de los aspectos a considerar”, indicaron.

Precisaron que en todos los ensayos, el éxito de esta técnica está directamente ligado a los cuidados, por parte del productor, durante la cosecha y a la calidad de la fruta elegida para su exportación. “Este tratamiento bien realizado generó otros beneficios, como la disminución de la pérdida de peso y la mejor conservación en general, además de otros aspectos que aún se encuentran bajo evaluación”, cerraron Figueroa y Salas

Fuente: La Gaceta Rural.