En la capacitación virtual realizada por la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc), Gabriela Fogliata, técnica de la sección Fitopatología presentó un análisis sobre la situación de las principales enfermedades de campo y sobre sus niveles de infección. Además, mostró los resultados de los ensayos realizados para el control de cancrosis, de mancha negra y de melanosis, y su relación con las condiciones agrometeorológicas de la campaña 2019/2020 en el área limonera de Tucumán.
Destacó que si bien las lluvias totales -de octubre del año pasado a marzo de este año- fueron menores que durante la campaña pasada, se presentaron dos períodos críticos, que favorecieron una alta incidencia de cancrosis. Uno de estos se dio entre nes de noviembre e inicios de diciembre: lluvias excesivas, de gran intensidad y acompañadas de fuertes vientos, en varias localidades del área citrícola de Tucumán, que favorecieron una alta infección de cancrosis en la fruta del primer corte. El otro período crítico ocurrió en febrero: el exceso de lluvias -principalmente en las localidades del noreste de la provincia y en algunas localidades del sur generó condiciones óptimas para una infección tardía, que habría afectado la fruta del segundo corte.
A pesar de ello, los ensayos realizados con distintas formulaciones de óxido cuproso demostraron que las plantas sin tratar alcanzaron un 50% de incidencia, mientras que resultó posible controlar cancrosis con una eficacia mayor a 90% al aplicar cinco veces durante la campaña una dosis de 3,75 kg de cobre metálico por hectárea, con
un volumen de 5.000 litros de caldo/ha. También se observaron resultados preliminares de productos de menor contenido de cobre, que si bien obtuvieron buenos resultados, tuvieron una eficacia menor, lo cual no es recomendable para estas enfermedades, debido a su carácter cuarentenario.
Mancha negra
En cuanto a los resultados de los ensayos de control de mancha negra en la presente campaña, contó que se realizaron cinco aplicaciones de fungicidas cúpricos, demostrando el incremento de eficacia de control alcanzado al adicionar estrobilurinas, en uno o dos momentos, en mezcla con fungicidas cúpricos. Destacó que la aplicación de estrobilurinas en el mes de diciembre resultó más ecaz que la aplicación en noviembre; y que en los tratamientos de doble aplicación, diciembre enero resultó más ecaz que noviembre-diciembre.
También resaltó la importancia de mantener un adecuado volumen de caldo y una cantidad de cobre de 3,75 kg Cu/ha para lograr valores de eficacia mayores al 90%. Respecto de la melanosis, indicó que la campaña tuvo condiciones menos favorables que la campaña pasada, debido a que hubo menos horas de mojado foliar en primavera. Pese a ello resaltó la alta incidencia y severidad detectada en zonas como Chicligasta, donde esta enfermedad presenta alta intensidad todas las
campañas. Se observaron las curvas de crecimiento de melanosis en frutos, resultados de una prospección realizada en distintas localidades: la enfermedad tuvo muy alta incidencia y severidad en Chicligasta; alta incidencia, pero una severidad menor en Famaillá -más intensa en plantas viejas-; menor incidencia y severidad en Alberdi y mucho menor aún en El Ojo. También mostró la curva de crecimiento en hojas. Período de infección Fogliata remarcó que según los ensayos, el período de infección en los frutos se dio
de octubre a enero, mientras que para las hojas se extendió hasta febrero. Esto debe ser tomado en cuenta al planificar el calendario de aplicaciones. Asimismo, se exhibieron los resultados de dos ensayos de campo realizados en lotes con alta intensidad de melanosis. En estos, con los fungicidas convencionales – cúpricos y estrobilurinas- se logró un control parcial de la enfermedad, manifestado mediante una disminución de la severidad, más que de la incidencia. El valor de fruta libre estará más condicionado por factores como la zona, las condiciones de la campaña -horas de mojado foliar de octubre a enero-, la edad de la planta, o la presencia de ramas secas. No obstante, estas aplicaciones combinadas presentaron un efecto adicional, logrando una disminución de enfermedades de poscosecha, como la podredumbre amarga. También en estos ensayos se observó la reducción del daño por cobre al usar cúpricos de menor contenido de cobre metálico, o los cúpricos tradicionales en menor dosis. Pero subrayó que esta reducción deberá ser considerada sólo en situaciones puntuales, cuando no haya un riesgo de enfermedades cuarentenarias – cancrosis y mancha negra-
Fuente: La Gaceta Rural.